Dios la comprende
y se le revela personalmente: “Testificaba Eulogia con su confidente, le
hablaba sinceramente: “Estaba casada y con hijos, pero tenía un amante y ya no
quería a mi marido. Dispuesta estaba a dejarlo cuando me pasó algo que no tenía
planificado: Me enfermé y caí en cama estando mi vida en vilo, pues me infecté
con el coronavirus. Fue ahí donde recapacité, e hice un pacto con Él. Le pedí
perdón a Dios y le prometí que no dejaría a mi familia. Alguien hasta mi cama
llegó y me dijo. Dios escuchó tu oración. A los pocos días Él, totalmente sana,
me levantó”—finalizó Eulogia. El sabio Gaudencio tan sólo dijo esto: “A Dios
gloria, a Dios gloria” Cuentos del
Reino; Daniel Aragón; “La promiscuidad es una enfermedad: Dios te sanará”;
06-06-2020.
La
padecen tanto hombres como mujeres. Puede ser por dependencia emocional y física
ocasionada por traumas en la niñez o soledad. Otra causa es la lujuria
desenfrenada, el buscar constantemente protección, buscar aceptación, creerse
superior y buscar la propia satisfacción con lo que puedes adquirir adicción. Se
convierte en una atadura cuando no puedes controlarla ni dejarla, pero Dios
puede liberarte completamente y luego usarte grandemente para su gloria. “porque cinco maridos has tenido, y el que
ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad…Jesús le dijo: Yo soy,
el que habla contigo.” Jn.4:18,26.
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