¿Qué pasa cuando tú haces una excelente obra?

Puede venir otro que la destruya: “Don Laurencio había trabajado arduo y por muy largo tiempo. ¡Pero, al fin, había llegado su momento! Años de trabajo duro, constancia, perseverancia, ahorro, estudios; habían conseguido su fruto. Su empresa había conquistado el mercado de refrescos embotellados, las ventas estaban en lo alto, los años difíciles quedaron en el pasado; y el precio en la bolsa de su trasnacional empresa lo hacían estar entre los billonarios del mundo. Pero todo esto lo hizo descuidarse de su salud y a las pocas semanas le dio un fulminante infarto que lo envió al inframundo. Hizo malas decisiones empresariales su joven esposa, al poco tiempo ya estaba en bancarrota.”—contó Eufrosina con desilusión. Su maestro, el sabio Gaudencio le dijo de corazón: “Trabajo, sabiduría y rectitud no te eximen de tener un relevo, que haga fracasar todo tu empeño” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “Levantar un imperio es vanidad y aflicción al mismo tiempo”; 12-07-2023.

Tanto trabajo que hemos visto en muchos seres humanos que se esforzaron y ellos mismos viajes, distracciones y tiempo con la familia se negaron. Todo para llegar a tener algo enorme y valioso. Pero, normalmente, siempre quien hereda tal grandeza termina por hundirla o mal venderla. De tal manera, que el verdadero provecho: tiempo con la familia, servicio a otros, servicio a Dios, quedan estancados en vanidades. “Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.” Ecl.2:20-21.

Padre, gracias por darme la oportunidad de trabajar en tus planes, atender a la familia y tener sanas recreaciones y mucho servicio, porque esto trae alegría a mi espíritu. En el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel Aragón. Feliz día en el Señor.