¿A quién no
debemos despertar?
Al amor: “Mis amigas despertarme después de la noche de bodas querían. Ellas deseaban que yo les contara cómo había sido esa noche alada. Más mi amado les pidió que no me levantaran.”—contó Eustorgia alborozada. Su maestro, el sabio Gaudencio, le dijo para alegrarla: “Igual que los corzos y las ciervas, el amor no necesita de curiosidades externas. Es íntimo, para que el embeleso no se pierda.” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “No despierten ni hagan velar a mi amor, déjenla hasta que quiera”; 06-01-2024.
Los corzos y los ciervos, son bellos mamíferos: ágiles, elegantes, pero sumamente ariscos. El encanto de la intimidad es igual. Por ello el estar a solas, descansar, comer bien, son los mejores elementos para una luna de miel. El amado aquí cuida del descanso de su amada. Que no interrumpan su sueño y su paz, hasta que ella quiera y esté dispuesta para atender a sus doncellas. La Iglesia debe de estar igual, sus ministerios no son más importantes que su intimidad con Dios. Ella debe de descansar en las cámaras de Jesucristo. “Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.” Cnt.2:7.
Padre,
permíteme olvidarme de todo allá afuera, para poder descansar en tus recámaras.
Una vez fortalecido en Ti, poder atender
tus diversos ministerios, para contar con alegría tus obras y tu amor por la
humanidad. En el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel Aragón. Feliz
día en el Señor.
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