¿Qué dice el
esposo?
Subiré a la palmera y asiré sus ramas: “Oh Eustosia amada, eres bella y alta, pero yo subiré a lo alto y asiré tus ramas. Estando ahí, tus frutos comeré, como lo hago con los racimos de la vid. Aspiraré y saborearé la fragancia de tu boca de porcelana, ese olor que tienes a manzanas. Así me enamoró Eustacio mi esposo, con esas palabras.”—dijo la joven muchacha aún entusiasmada. Su maestro, el sabio Gaudencio, le dijo de forma pausada: “Bellas palabras de amor, para quien te trata como a verdadera flor.” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “Subiré a la palmera y me uniré a ella”; 15-03-2024.
Para poder comer los dátiles de una palmera y tomarlos en racimos, tendríamos que subir a ella, hacer un esfuerzo para obtener su fruto. Jesucristo con su amada Iglesia hizo eso y mucho más: pagó el precio de esos frutos con su vida misma. Ahora obtiene en racimos esos maravillosos, nutritivos y deliciosos frutos. De la boca de su amada, sale el olor fragante de su alabanza y agradecimiento por quien le dio vida. “Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas,” Cnt.7:8.
Padre,
desde el comienzo mismo de la humanidad, cuando ésta falló allá en el Jardín,
Tú ya tenías trazado el plan de rescate y salvación para la humanidad. Tu Hijo ya se había dispuesto a llevarlo a
cabo para salvarnos a costa de su vida misma. Que abunden los frutos en mí y mi
boca te alabe para siempre. En el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel
Aragón. Feliz día en el Señor.
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