¿Qué se nos hace muy difícil?
Aceptar las
circunstancias, a nosotros y a los demás: “Por lo tanto nuestro primer
problema es aceptar nuestras actuales circunstancias tales como son, a nosotros
mismos tales como somos, y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es
adoptar una humildad realista... Esto es un ejercicio de aceptación que podemos
practicar provechosamente cada día de nuestras vidas. Estos reconocimientos
realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos por todos los medios
convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía o el derrotismo, pueden
ser la base segura sobre la que se puede construir un mejor bienestar emocional
y, por lo tanto, un más amplio progreso espiritual. Al menos, ésta parece ser
mi propia experiencia.” William Wilson;
“El Lenguaje del Corazón”; “¿Qué es la aceptación?”; pág.272.
Qué
difícil es que podamos aceptar las circunstancias adversas. Muchas veces no nos aceptamos ni nosotros
mismos. Y, ¿aceptar a los demás con sus
actitudes, defectos y maneras de ser? ¡Qué va! El problema es que padecemos de
un problema grave de fe. Si supiéramos que Dios es quien guía nuestra vida, el
que nos lleva al crecimiento, el que nos usa y mejora tal y como somos. Entonces
sabríamos que todo lo que nos está sucediendo, las personas con quien tratamos,
todo, está dentro de su voluntad; por tanto, lo aceptaríamos. Cristo nos dio ejemplo: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede
pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.” Mt.26:42.
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