El que tarde en
airarse: “Cuando
te vi ansioso y desesperado y vi que ibas a hacer algo alocado, tan sólo te
dije: “Tómalo con calma mi hermano”, más tú estallaste airado.”—le reclamó el
sabio Gaudencio al joven Eulalio. “¿Qué? ¿Acaso no tengo derecho a enojarme? —le
espetó el muchacho—¿Ni siquiera sabes por qué estoy desesperado?, te aseguro
que mi ira y proceder está justificado” A lo que el sabio replicó: “Estás vivo,
eres humano. Derecho tienes a enojarte, más aún cuando tu ira está justificada,
debes de ser capaz de controlarte. En ese estado, tú no sales ganando y te
aseguro que a los demás los estás dañando. Lo peor del ser humano sale cuando
está muy enojado pues está muy descontrolado” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “No te enojes al extremo del descontrol”;
17-02-2018.
He
aprendido en esta vida, que muchas veces he creído que mi enojo está plenamente
justificado y he actuado en forma desbocada y enfurecida. El resultado: Ninguna solución, y era peor la
situación después de mi explosión. También
he comprobado que la ira me ha cegado, no me dejó meditar bien la situación y
no pude comprobar que realmente era así como lo suponía. Años después, cuando
aprendí a no dispararme (esto con la ayuda del Espíritu Santo), he podido
comprobar muchas veces que mi enfoque estaba equivocado. Mas aun, cuando
estuviera en lo correcto, aprendí a no dejarme lastimar por la actuación de los
demás, y hablar el asunto con calma. Resultado: solución, y paz. No es fácil,
hay veces que aún pierdo la calma, pero trato casi siempre de no enfurecerme. “El que tarda en airarse en grande de
entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad”
Pr.14:29.
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