domingo, 25 de febrero de 2018

El río del amor de Dios

¿Dónde debo de aprender a nadar?

Tener confianza; saber expresarse, incluso reclamar con amabilidad e inteligencia; entregarse totalmente a las buenas prácticas y hábitos; son difíciles actos de buena voluntad que nos cuesta alcanzar. Siempre ponemos estás esclusas para retener el río caudaloso del amor, de Dios y hacer nuestro propio nivel de navegación, aunque sea en una miserable porción.  Pero Dios nos va sanando y quitando esas esclusas con su amor y bendición para nadar por su ancho, largo y caudaloso río de amor. “Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. ...Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” Ezq.47:5,12.


Gracias Padre por tu amor, es un hermoso y ancho río donde quiero aprender a nadar yo.  Sumergirme en tus aguas y por su corriente dejarme llevar. Dame esa sanidad en las aguas de tu santuario, para aprender a nadar en tu río y saber amar para tu gloria.  En el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel Aragón. Feliz día en el Señor. 

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