Tener confianza; saber expresarse, incluso
reclamar con amabilidad e inteligencia; entregarse totalmente a las buenas
prácticas y hábitos; son difíciles actos de buena voluntad que nos cuesta
alcanzar. Siempre ponemos estás esclusas para retener el río caudaloso del
amor, de Dios y hacer nuestro propio nivel de navegación, aunque sea en una
miserable porción. Pero Dios nos va
sanando y quitando esas esclusas con su amor y bendición para nadar por su
ancho, largo y caudaloso río de amor. “Midió
otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían
crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. ...Y junto al río,
en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus
hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas
salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.”
Ezq.47:5,12.
Gracias Padre por tu amor, es un hermoso y
ancho río donde quiero aprender a nadar yo.
Sumergirme en tus aguas y por su corriente dejarme llevar. Dame esa sanidad en las aguas de tu
santuario, para aprender a nadar en tu río y saber amar para tu gloria. En el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y
amigo Daniel Aragón. Feliz día en el Señor.
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