He de aprender a
no temer lo que alguien me pueda hacer: “Cuando las cosas se ponen muy duras, la
aceptación agradecida de mis bendiciones, repetida frecuentemente, también
puede traerme algo de la serenidad de la que habla nuestra oración. Cada vez
que me encuentro sometido a graves tensiones, alargo mis paseos diarios y voy
recitando calmadamente nuestra Oración de la Serenidad al ritmo de mis pasos y
de mi respiración. Si me parece que mi dolor ha sido ocasionado en parte por
otros, trato de repetir, "Dios, concédeme la serenidad para amar lo mejor
de ellos y nunca temer lo peor." Este benigno proceso curativo de
repetición, en el que a veces es necesario persistir por algunos días, raras
veces ha fallado en devolverme un equilibrio emocional y una perspectiva
suficientes por lo menos para seguir.” William
Wilson; “El Lenguaje del Corazón”; “¿Qué es la aceptación?”; pág.272.
No
es fácil recibir daños y ofensas de las personas. Es difícil soportar el dolor,
la traición, el engaño, la estafa. Y no
tanto de personas ajenas, lo más tremendo de soportar es de aquellas que están
a mí cercanas. Ahora, sí yo tengo plena consciencia que el Señor está conmigo,
y a sus propósitos le sirvo, ¿Por qué he de temer que algo de eso a mí me
puedan hacer? Si a Él estando aquí, ¿cuántas injusticias no le hicieron? Y
Jesucristo, nunca tuvo temor. Porque Él sabía y vivía que: “Jehová está conmigo; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.”
Sal.118:6.
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