jueves, 25 de enero de 2018

Hay cambios cuando pedimos conforme a su voluntad

¿Cuándo Dios atiende nuestra petición de cambio?
Cuando no vemos la iniquidad de nuestro corazón: “Siempre vale considerar lo mucho que se puede tergiversar esa buena palabra aceptación. Se puede desvirtuar para justificar casi cualquier tipo de debilidad, tontería e insensatez. Por ejemplo, podemos "aceptar" el fracaso como una condición crónica, sin provecho ni remedio para siempre. Podemos "aceptar" orgullosamente el éxito material, como algo que se debe enteramente a nosotros mismos. También podemos "aceptar" la enfermedad y la muerte como evidencia cierta de un universo hostil y sin Dios.” William Wilson; “El Lenguaje del Corazón”; “¿Qué es la aceptación?”; pág.270-271.

La aceptación de que soy pecador y que no puedo cambiarme a mí mismo, menos las circunstancias y a los demás, llega hasta donde en realidad no podemos realizar ese cambio. No es fácil distinguir la minúscula frontera entre las cosas que no puedo cambiar, con las que sí puedo. Por tanto, aceptar que estoy “destinado” a nunca mejorar no sólo es insensatez, sino que además pertenece este pensamiento a otra creencia que no es de Dios: animista. Puedo mejorar, puedo cambiar mi realidad y la de otros cuando me he rendido ante Dios y le he suplicado mejorar, porque no me ha gustado la iniquidad que hay en mí, en otros o en mi comunidad. “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica.” Sal.66:18-19.

Padre, ciertamente sé que Tú conmigo puedes cambiarme a mí mismo, puedes cambiar a otros, puedes cambiar circunstancias y hasta comunidades y naciones. Sólo necesito ser tu instrumento del cambio, comenzando por mí. Mas viendo tu voluntad y no la iniquidad, en el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel Aragón. Feliz día en el Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario