sábado, 13 de enero de 2018

Sin brusquedad ni egoísmo al conversar

¿Cómo debemos de hablar?
Con apacibilidad, sin brusquedad: “¿Y cómo voy a resolver este problema, si tú, cada vez que yo propongo algo, vienes con tus argumentos y lo mandas al carajo? No veo que haya una solución, me cierras cada opción.”—siguió discutiendo Eulalio en un aula de la logia, con la tal Eulogia. Lo cargado del ambiente se podía apreciar, el silencio era espeso, las heridas sangraban y Eulogia rabia transpiraba. Por eso intervino Gaudencio: “Amado Eulalio, amada Eulogia; ¿saben que ustedes hablan a manera personal? Ese es el mal. Además, son fatalistas sentencian y afirman cosas indebidas: Dicen: “cómo voy…no veo solución si tú me cierras la opción”.  O bien Eulogia habla de “no quieres a mis hijos”.  ¿Dónde está “el nosotros”?  Deben hablar: “¿Cómo vamos a resolver este problema?” “Encontremos una solución abramos juntos otra opción” “Me parece que no amas a nuestros hijos”. Recuerden; hablen con apacibilidad, y la vida encontrarán.” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “Con apacibilidad la solución encontrarás”; 12-01-2018.

Debemos de tener cuidado cuando hablamos.  En las discusiones tendemos a exaltarnos y de ahí que fatal y egoístamente hablamos. Somos “holofatal” (holo; todo), reduccionistas pues sólo vemos el “yo”, conmiserativos, y tendemos a hacernos las víctimas.  Afirmamos algo malo y lo aplicamos al todo, desde sólo nuestro punto de vista: “Nunca me has entendido”; “Jamás me escuchas”; “No te importan mis hijos”, “Sólo yo te he querido”; “Nunca te he importado”, “Jamás colaboras”,etc.  Debemos de aprender a hablar con apacibilidad, no con perversidad. Que nuestras palabras estén libres de brusquedad, violencia, egoísmo y fatalismo. “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu” Pr.15:4.

Padre, como hemos actuado egoístamente, egoístamente discutimos y hablamos. No estamos acostumbrados al “nosotros”, sino al “yo”, pues nos encanta endiosarnos.  Que tus Palabras y tu Santo Espíritu traigan sanidad a nuestro corazón, cuerpo y espíritu para hablar apaciblemente y sin egoísmos, en el nombre de Jesús, amén.  Tu hermano y amigo Daniel Aragón.  Feliz día en el Señor.

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