Dios, nuestro
amado Señor y Salvador: “La verdad Gaudencio, es que estoy desesperada: Me
deprimo, estoy ansiosa, sé que tengo una enfermedad del alma. Si me preguntas,
estoy harta de mí, de la persona que soy, de vivir una vida absurda. Estoy tan mal, lo sé lo creo, que algunas
veces ni siquiera quiero verme en un espejo.”—expresó con sinceridad la
Eulogia. El sabio la vio con ojos de amor, y así le dijo sin ningún resquemor: “Esta
vida te ha dejado mujer completamente abatida, tu alma se turba dentro de
ti. La mejor medicina para vos, es que
tengas a Jesucristo como tu Dios y Salvador.” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “El Señor, nuestra mejor medicina
contra la turbación”; 02-01-2018.
Cuando
una persona ha perdido las fuerzas físicas, está aturdido moralmente, no tiene
energías y se le ha decaído el ánimo; entonces decimos que está abatida. El abatimiento causa también la turbación,
pues esto sucede cuando la persona afectada no sabe qué hacer. Y cuando estamos
así, la mejor medicina que podemos tener es elevar una oración y platicar con
Dios. Alabarle y exaltar su nombre tiene
un poder tremendo sobre el abatimiento. Pruébalo y verás sus buenos resultados.
Y, como nos dice el cronista deportivo Edgar Tijerino: “Póngale sello”. “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te
turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y
Dios mío.” Sal.42:5.
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