¿Qué debemos de
hacer para no olvidar las experiencias pasadas?
Guardar nuestra
alma con diligencia, para incluso enseñarlas: “2. Camino por la
calle. Hay un pozo en la vereda. Finjo que no lo veo, ese no es mi problema.
Pero nuevamente caigo dentro. No puedo creer que esto me suceda otra vez, debí
haber aprendido la lección, y enviado a alguien para que tapara el pozo. Me
lleva mucho tiempo salir.” Paulo Coelho, Reflexiones Diarias; “Las cinco
actitudes diferentes”; pág.70.
Constantemente
nos sucede. Nos volvemos apáticos ante
una problemática, injusticia o situación ya experimentada. No queremos verla. Nos decimos: “No es mi problema”. Hasta que un día esa situación a la cual no
pusimos atención nos envolvió y afectó. ¿Muchachos
en las esquinas bebiendo, fumando, drogándose en mi barrio o comarca? Nada que ver conmigo, pues con seguridad que
no son mis hijos. Pero si no hago nada,
en un futuro cercano ellos son los que nos estarán asaltando. ¿Mis hijos no
quieren ir a la iglesia conmigo; les voy a dejar tranquilos? Si no los quiero ver mañana en una esquina,
debo de hacer lo que me dice la Palabra Divina. “Por
tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las
cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu
vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.” Dt.4:9.
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