¿Cuándo escuchamos
la voz de Dios?
Cuando queremos y
nos disponemos a escucharla: “En un desierto de África, caminaban un
maestro sufí y su discípulo. Cuando cayó la noche, los dos montaron la tienda
de campaña, y se aprestaron a descansar.
-¡Qué silencio! -comentó el discípulo. -Nunca digas: "¡qué
silencio!" -respondió el maestro. -Di en cambio: "no consigo escuchar
a la naturaleza."” Paulo Coelho,
Reflexiones Diarias, EL SILENCIO DE LA NOCHE; pág.90.
Hay
muchos de nosotros que tenemos los oídos incircuncisos y no queremos oír la voz
de Dios, aunque Él nos hable de muchas maneras.
Su Palabra está ahí para hablarnos; sus siervos que predican la misma,
están ahí y, por medio de ellos, hablarnos; su creación está ahí, pero muchas
veces ni a ella escuchamos, menos a Dios hablándonos a través de la misma. Lo que necesitamos entonces es, afinar el
oído de nuestro corazón, para escuchar su voz.
“Pero mi pueblo no oyó mi voz, E Israel no me quiso a mí.” Sal.81:11.
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