jueves, 31 de agosto de 2017

Afinar el oído del corazón

¿Cuándo escuchamos la voz de Dios?
Cuando queremos y nos disponemos a escucharla: “En un desierto de África, caminaban un maestro sufí y su discípulo. Cuando cayó la noche, los dos montaron la tienda de campaña, y se aprestaron a descansar.  -¡Qué silencio! -comentó el discípulo. -Nunca digas: "¡qué silencio!" -respondió el maestro. -Di en cambio: "no consigo escuchar a la naturaleza."” Paulo Coelho, Reflexiones Diarias, EL SILENCIO DE LA NOCHE; pág.90.

Hay muchos de nosotros que tenemos los oídos incircuncisos y no queremos oír la voz de Dios, aunque Él nos hable de muchas maneras.  Su Palabra está ahí para hablarnos; sus siervos que predican la misma, están ahí y, por medio de ellos, hablarnos; su creación está ahí, pero muchas veces ni a ella escuchamos, menos a Dios hablándonos a través de la misma.  Lo que necesitamos entonces es, afinar el oído de nuestro corazón, para escuchar su voz.   “Pero mi pueblo no oyó mi voz, E Israel no me quiso a mí.” Sal.81:11.

Padre, esté atento mi corazón y mi oído para escucharte; pues tu Palabra, entre otras muchas más maravillosas cualidades, tiene vida, es restauradora y además consoladora.  Que siempre esté dispuesto a escucharte en el nombre de Jesús, amén.  Tu hermano y amigo Daniel Aragón, feliz día en el Señor. 

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