¿Cómo quiere que
andemos nuestro Dios y Señor?
Con toda humildad
y mansedumbre: “Por
ejemplo, estoy convencido de que debo tratar de formular la mejor definición de
la humildad que yo pueda imaginar. Esta definición no tiene que ser
consumadamente perfecta - solo se me pide que lo intente. Por ejemplo, puedo
elegir la siguiente: "La humildad perfecta sería un estado de total
liberación de mí mismo, una liberación de todas las pesadas exigencias que
ahora me imponen mis defectos de carácter. La humildad perfecta sería una plena
disposición, a toda hora y en todo lugar, de saber y hacer la voluntad de
Dios."” Bill Wilson, “El Lenguaje
del Corazón”; “La humildad para hoy”; pág.259.
La
humildad necesaria para estar en mansedumbre, para poder ser tolerante y
paciente con los demás, para poder amar a nuestros hermanos aún con sus
diferencias; no se adquiere por imposición de manos. Se aplica, se acciona, se dispone uno a
realizarla. Se ora al Señor y se ponen
nuestros defectos de carácter ante Él. Además,
me dispongo a ser amable, afable, bondadoso, a no maldecir sino a bendecir, a
no contestar mal ni pagar mal por mal, a perdonar, a pedir perdón, a reconocer
mi error, a creer que Dios guía mi vida y le da propósito. Me propongo proceder a cumplir con la
voluntad de Dios. Hoy puedo disponerme a
hacer esto. “con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,” Efe.4:2.
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