¿Cuál es la
segunda ley más importante de todas?
Amar a mi prójimo
como a mí mismo: “Llegué
a darme cuenta de que las satisfacciones emocionales e instintivas nos vienen
como dividendos de sentir el amor, ofrecer el amor, y expresar un amor
apropiado para cada relación de nuestra vida. Claro estaba que no podría
aprovechar el amor de Dios mientras no pudiera devolvérselo a Él, amando a mis
prójimos como Él quería que yo hiciera. Y esto no lo podría hacer mientras
siguiera siendo víctima de falsas dependencias. Porque mi dependencia
significaba exigencia - una exigencia de apoderarme de la gente y de las
condiciones que me rodeaban y de controlarlas.”
Bill Wilson; “El Lenguaje del
Corazón”; pág.246.
Se
debe de ser sumamente honesto consigo mismo, haberse hecho un inventario moral
introspectivo como retrospectivo sin ningún temor para comprobar que en uno hay
exigencias de control y manipulación de las personas con quienes te relacionan,
pero sobre todo de aquellas muy cercanas a nosotros que conforman nuestra
familia. Aunque es posible que amemos a
Dios, el llegar a amar al prójimo como a nosotros mismos se ve impedido por
esta actitud nuestra que es como un mecanismo de protección interna. Mas Dios nos dice: “Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Mt.22:39
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