lunes, 10 de julio de 2017

¿Qué debemos de hacer para no olvidar las experiencias pasadas?
Guardar nuestra alma con diligencia, para incluso enseñarlas: “2. Camino por la calle. Hay un pozo en la vereda. Finjo que no lo veo, ese no es mi problema. Pero nuevamente caigo dentro. No puedo creer que esto me suceda otra vez, debí haber aprendido la lección, y enviado a alguien para que tapara el pozo. Me lleva mucho tiempo salir.”  Paulo Coelho, Reflexiones Diarias; “Las cinco actitudes diferentes”; pág.70.

Constantemente nos sucede.  Nos volvemos apáticos ante una problemática, injusticia o situación ya experimentada.  No queremos verla.  Nos decimos: “No es mi problema”.  Hasta que un día esa situación a la cual no pusimos atención nos envolvió y afectó.  ¿Muchachos en las esquinas bebiendo, fumando, drogándose en mi barrio o comarca?  Nada que ver conmigo, pues con seguridad que no son mis hijos.  Pero si no hago nada, en un futuro cercano ellos son los que nos estarán asaltando. ¿Mis hijos no quieren ir a la iglesia conmigo; les voy a dejar tranquilos?  Si no los quiero ver mañana en una esquina, debo de hacer lo que me dice la Palabra Divina.  “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.”  Dt.4:9.

Padre, que la apatía no nos envuelva.  Que podamos aprender de nuestras dolorosas experiencias, de manera que dejemos a un lado la indiferencia hacia los problemas que aparentemente no están en nuestro lado.  Sé que puedo lograrlo caminando juntos, lado a lado en el nombre de Jesús, amén.  Tu hermano y amigo Daniel Aragón.  Feliz día en el Señor. 

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