¿Qué debemos
aprender de Dios?
A hacer su
voluntad:“Aurelio
contraargumentaba, hasta que al fin le dijo al que le predicaba: “Déjame en
paz, de Dios no haré su voluntad”.
Eustaquio se fue a un lado sin saber qué hacer, en silencio. Su mentor, el sabio Gaudencio, fue quien
entonces le habló a Aurelio: “Si observamos una corriente de un impetuoso río,
vemos que la riada se forma con borbotones de grandes masas de agua que viajan
en una dirección determinada.
Imaginémonos tan sólo que somos, cada uno de nosotros una gota de agua de
ese enorme torrente. Y que, además, no
queremos ir en la dirección en que viaja esa avenida por nada de esta vida.”
“Por lo tanto,
pujamos y pujamos por salirnos de ese torrencial fluido, y lo único que
logramos es frustrarnos porque al caer cansados, las demás gotas de agua nos
vuelven a alinear en el lugar que viajábamos con la arroyada. Dios tiene sus
propósitos para con nosotros, pero como siempre, queremos luchar contra la
corriente. Cuando nos dejamos llevar por
su voluntad vamos chocando contra las piedras, vamos purificándonos, llevamos a
otros esa agua pura, limpia y fresca.
Hay en nosotros propósito.” “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú
eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.” Sal.143:10.
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