¿Hacia a quién
alzaré mis ojos?
Hacia mi Dios y
Salvador: “Eulogia
miraba y miraba, sus ojos un extraño brillo destellaban. Con interés observaba las oficinas
ejecutivas, el majestuoso escritorio de quien esa empresa dirigía. Los salones, las cortinas; la sala de
conferencias: todo era de lujo y de magnificencia.”—por eso dijo con
insistencia: “Yo quiero pasar mi pasantía aquí, este es el lugar adecuado para
mí”. Su maestro, el sabio Gaudencio, así
le indicó: “No pongas tus ojos en estas cosas superfluas, pon tu mirada en
Dios. No mires sólo lo que te interesa, no veas por vos. Pon tu mirada mejor, en las cosas del Señor”
Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “Alza
tus ojos hacia el Señor”; 20-10-2017.
Si
tan sólo alzáramos nuestros ojos para que viéramos a Dios en vez de ponerlos en
nuestra propia situación. Si siempre
pudiéramos desviar la vista de las cosas desagradables, para ver la agradable y
perfecta voluntad de Dios. Si
apartáramos nuestra mirada de aquellos eventos o sucesos, los cuales no tienen
belleza porque no reflejan la grandeza del Señor. Si en nuestra inquietud apreciáramos la calma
que nos da el Espíritu de Dios; si en la impaciencia fuéramos vivificados con
la paciencia del Creador; entonces, y sólo entonces, los demás verán en mí una
meta qué desear, algo quimérico que desean lograr, un Espíritu que desean
abrazar. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De
dónde vendrá mi socorro? Mi socorro
viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.” Sal.121:1-2.
Bendito sea Dios por esta reflexión refrescante.
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