Jesucristo: “Navegaba a diario
mi barca en el mar de la intranquilidad y casi siempre estaba a punto de
zozobrar. Ponía mi proa hacia “un buen puerto” porque no disfrutaba del viaje y
anhelaba tomar las estrellas lejanas. Creía que un buen puerto estaría en
calma. Pero en medio de una terrible tormenta sin par, se apareció Jesús,
caminando en el mar. Entonces aprendí que no debo buscar estrellas apartadas,
que debo de aprender a mirar el fulgor de cada una de ellas, de todas esas que
estén bajo mi cielo viajero. Y ahora
tengo paz. Sé estar tranquilo en
cualquier posición que esté en este océano y aunque vengan tormentas, ciclones
o huracanes, mi nave va a sortearlas, porque en ella está mi Señor, mi Dios y
Salvador” –testificó el sabio Gaudencio. Cuentos
del Reino; Daniel Aragón; “Jesucristo va caminando en tu mar para darte paz”;
13’12-2017.
Como
capitanes de nuestra barca, creíamos que podíamos navegar y vencer las tempestades
de nuestros siete mares. Cuando el oleaje y viento nos eran contrarios, tanto
que hicieron naufragar muchas veces nuestra nave, llegamos a perder el norte y
nos enrumbábamos con miedo sobre tenebrosos océanos. Desolados y sin esperanza,
pidiendo, rogando, suplicando a nuestro Dios la calma, un día se apareció Jesús
sobre el mar andando, como un fantasma. “¡Tened ánimo! ¡Yo Soy! —nos gritó—y cuando
entró en la barca la tormenta de mi vida amainó. “Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y
gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con
ellos, y les dijo: !!Tened ánimo!!; ¡yo soy, no temáis!” Y subió a ellos en la
barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se
maravillaban. Mr.6:49-51.
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