¿Cuál es la máxima
para recibir del Señor?: Dar: “Mi mujer y yo la encontramos en la esquina de la
calle Constante Ramos, en Copacabana. Tenía aproximadamente sesenta años y
estaba en una silla de ruedas, perdida en medio de la multitud. Mi mujer se ofreció
para ayudarla: ella aceptó, y pidió que la lleváramos hasta la calle Santa
Clara. De la silla de ruedas colgaban
algunas bolsas de plástico. En el camino, nos contó que ésas eran todas sus
pertenencias; dormía bajo los toldos y vivía de la caridad ajena. Llegamos al lugar indicado; allí estaban
reunidos otros mendigos. La mujer sacó de las bosas de plástico dos paquetes de
leche larga vida, y los distribuyó entre el grupo. -Hacen caridad conmigo, preciso es hacer
caridad con los demás -nos comentó.” Paulo Coelho, Reflexiones Diarias, LA MUJER
QUE PEDÍA.
Y
esa mujer por eso recibía, porque era capaz de dar. No es la condición económica, ni la cantidad
de dinero que tienes, lo que te puede impedir o no el dar. No, en ninguna manera. El dar es una actitud, una decisión que brota
de nuestro mismo corazón. Porque cuando
no hay para dar desde el corazón, siempre sientes que no tienes y aún el exceso
de lo que tienes no es suficiente para ti para compartir. Pero cuando hay disposición, siempre tienes
demasiado para ti y puedes compartir: “Dad,
y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro
regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.” Lc.6:38.
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