¿Qué debe de ser
conocida por todos los hombres?
Nuestra
gentileza. “Tengo entre mis recortes una
historia que sé que nunca sucedió, pero la repetiré porque ilustra una
verdad. Según esta fantasía, una mujer
granjera, al término de una dura jornada de labor, puso en los platos de los
hombres de la casa nada más que heno. Cuando
ellos, indignados, le preguntaron si se había vuelto loca, ella replicó: --¿y
cómo iba a saber que se darían cuenta? Hace
veinte años que cocino para ustedes y nunca me dieron a entender que lo que
comían no era heno”. Dale Carnegie, “Cómo ganar amigos e influir
sobre las personas” (1936); pág.18.
Muchas
veces pasamos desapercibidos hasta para nuestros seres queridos. Y esto sucede porque no somos amables y mucho
menos servidores de ellos. ¿Cómo pues
podremos acercarnos para predicarles las buenas nuevas del Reino, si ni
siquiera amabilidad con ellos tenemos? Y
ser amables con los demás para nosotros no es una opción, sino una orden de
parte del Señor. “Vuestra gentileza sea
conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.” Flp.4:5.
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