miércoles, 7 de junio de 2017

¿Cómo debo de hablar a los demás para incentivarlos a mejor trabajar?
Con palabra amable, agradable y bondadosa: “Una de las primeras personas en el mundo norteamericano de los negocios a la que se le pagó un salario anual de más de un millón de dólares (cuando no había impuesto a los ingresos y una persona que ganaba cincuenta dólares a la semana podía vivir muy bien), fue a Charles Schwab…Schwab aseguraba que se le pagaba ese sueldo por su capacidad de tratar con la gente…considero—dijo Schwab—que el mayor bien que poseo es mi capacidad para despertar entusiasmo entre los hombres, y que la forma de desarrollar lo mejor que en el hombre es por medio del aprecio y del aliento…yo jamás critico a nadie…estoy deseoso de ensalzar, pero soy remiso para encontrar defectos”  Dale Carnegie, “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” (1936); pág.17.

No es con gritos ni ofensas, no es con señalamientos ni críticas, no es juzgando ni castigando, que se logra lo mejor de las personas.  Es con palabras amables, con aprecio, amor y aliento para ellos.  Uno puede pensar que debe de encontrar más dinamismo, producción y productividad en las personas a base de hacer lo contrario, pero no es así, ni así lo señala la Palabra: “Y ellos le contestaron diciendo: Si te condujeres humanamente con este pueblo, y les agradares, y les hablares buenas palabras, ellos te servirán siempre.”  2Cr.10:7.

Padre, pido perdón porque en un tiempo de mi vida pensé que la mejor dirección que podía hacer en los demás era señalar los errores, criticar a los demás (aunque le llamaba constructivamente) y hasta gritar.  Esto no debe de ser así, debo de recordarme que la buena palabra, la amable, el aliento y aprecio, son mejores argumentos para la unidad, productividad y coordinación laboral.  En el nombre de Jesús, amén.  Tu hermano y amigo Daniel Aragón.  Feliz día en el Señor.


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