martes, 13 de junio de 2017

¿Cuándo nos hace prosperar el Señor?
Cuando buscamos de todo corazón a Dios: “De repente, me di cuenta de lo que había de malo. Mi defecto principal y característico siempre había sido el de la dependencia - de una dependencia casi absoluta - de otra gente o de las circunstancias. Siempre había contado con que me proporcionaran el prestigio, la seguridad, y cosas similares. Al no conseguir estas cosas tal y como las quería y conforme con mis sueños perfeccionistas, yo había luchado por tenerlas. Y cuando me vino la derrota, me sobrevino la depresión.  No tenía la menor posibilidad de convertir el amor altruista de San Francisco en una feliz y practicable manera de vivir hasta que no se extirparan esas dependencias funestas y casi absolutas.”  Bill Wilson; “El Lenguaje del Corazón”; pág.237.

Eventos traumáticos vividos en la niñez o adolescencia en este mundo afectado y caído minan nuestra estabilidad emocional y nos hacen llegar a ser dependientes de los demás, de una manera extrema y maníaca.  Dependemos de los buenos conceptos que puedan decirnos, de sus favores, de sus regalos, de sus presencias, de su sustento, de sus caricias y amores.  Sabemos que necesitamos de todo esto, pero cuando el depender de ellos se vuelve ponderada y la sentimos de vital importancia; de vida o muerte, y no llegamos a obtener de ellos lo que pretendemos, caemos enfermos de depresión y muerte.  No es así cuando buscamos y confiamos en nuestro Dios quien en su relación nos hace sentir realizados y sanos.  Como el rey Uzías. “Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó.”  2Cr.26:5.


Padre, enséñame a depender de Ti solamente, de confiar en tus promesas y tu relación plenamente en el nombre de Jesús, amén.  Tu hermano y amigo Daniel Aragón.  Feliz día en el Señor. 

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