¿Cuándo nos hace
prosperar el Señor?
Cuando buscamos de
todo corazón a Dios: “De repente, me di cuenta de lo que había de malo. Mi
defecto principal y característico siempre había sido el de la dependencia - de
una dependencia casi absoluta - de otra gente o de las circunstancias. Siempre
había contado con que me proporcionaran el prestigio, la seguridad, y cosas
similares. Al no conseguir estas cosas tal y como las quería y conforme con mis
sueños perfeccionistas, yo había luchado por tenerlas. Y cuando me vino la
derrota, me sobrevino la depresión. No
tenía la menor posibilidad de convertir el amor altruista de San Francisco en
una feliz y practicable manera de vivir hasta que no se extirparan esas
dependencias funestas y casi absolutas.”
Bill Wilson; “El Lenguaje del Corazón”; pág.237.
Eventos
traumáticos vividos en la niñez o adolescencia en este mundo afectado y caído
minan nuestra estabilidad emocional y nos hacen llegar a ser dependientes de
los demás, de una manera extrema y maníaca.
Dependemos de los buenos conceptos que puedan decirnos, de sus favores,
de sus regalos, de sus presencias, de su sustento, de sus caricias y
amores. Sabemos que necesitamos de todo
esto, pero cuando el depender de ellos se vuelve ponderada y la sentimos de
vital importancia; de vida o muerte, y no llegamos a obtener de ellos lo que
pretendemos, caemos enfermos de depresión y muerte. No es así cuando buscamos y confiamos en
nuestro Dios quien en su relación nos hace sentir realizados y sanos. Como el rey Uzías. “Y persistió en buscar a
Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en
que buscó a Jehová, él le prosperó.”
2Cr.26:5.
Padre, enséñame a
depender de Ti solamente, de confiar en tus promesas y tu relación plenamente
en el nombre de Jesús, amén. Tu hermano
y amigo Daniel Aragón. Feliz día en el
Señor.
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