viernes, 4 de mayo de 2018

Dios nos libra de nuestros complejos y traumas


¿Hasta de qué nos restaura el Señor?
De nuestros complejos, traumas e indignidad: “Cuando era niño, sufrí algunos traumas emocionales muy fuertes. Había graves trastornos familiares; yo tenía un aspecto físico desgarbado y otras cosas por el estilo. Otros muchachos, por supuesto, también padecen de estas dificultades emocionales y salen de ellas sanos y salvos. Pero yo no. Es evidente que yo era hipersensible, y por lo tanto, súper temeroso. Fuera lo que fuera, se desarrolló en mí una fobia cierta de que yo no era como los demás muchachos, y nunca podría serlo. Al principio esto hizo que me hundiera en una depresión y de ahí me llevó a la soledad del aislamiento” Bill Wilson; “El Lenguaje del Corazón”; pág.266; “Este asunto del miedo”.

Cuando padecemos de complejos ocasionados por algo tenebroso que nos sucedió de pequeños, tendemos a padecer no sólo de continuas depresiones, sino también de una baja autoestima ocasionada por ello. Así, podemos llegar a expresar un despreciable concepto de nosotros mismos.  Pero Dios, nos libra totalmente de esto y nos devuelve el honor y la dignidad perdidos. “Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?  Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor.” 2Sam.9:8-9.

Padre, de todos mis complejos y traumas me has librado para tener un concepto digno y mesurable de mí mismo. Porque Tú has restaurado mi total dignidad afectada por complejos, traumas y demás, vividos en mi infancia. Gracias, Señor, en el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel Aragón. Feliz día en el Señor.  


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