domingo, 23 de septiembre de 2018

No améis al mundo ni sus cosas


¿Qué no debemos de amar?
Las cosas de este mundo: “La joven Eulogia llegó sonriendo y así habló casi sola: “Por haber servido a los niños con necesidad, obtuve el trabajo que me hará ganar mucho más. Voy a aprovechar en trabajar contigo estos días, porque después no sabré cuándo podré volver.” Orquídea, su amiga, la quedó viendo con ternura y le habló con mesura: “No es fácil servir tanto a Dios como al mundo, ¿no ves que ese trabajo te alejará de tu servicio a Dios y la comunidad? Sirviendo al Señor te has fortalecido y te ves mucho mejor. Irte por más dinero hará que tu corazón se revista de hielo” Cuentos del Reino; Daniel Aragón; “Es absurdo: servir a Dios y al mundo”; 22-09-2018.

La mayoría de lo que estamos en servicio queremos tener la plenitud que se encuentra en servir a Dios, pero también las prebendas que te puede ofrecer el mundo. Por supuesto, que cuando servimos al Señor, puedes llegar a obtener recompensas: premios, dinero, exaltación, fama, etc. Aún cuando de la Iglesia provenga, esas cosas no son duraderas. No podemos dejarnos marear por ellas. Mas la sonrisa o el abrazo amoroso de un niño, el “gracias” sincero de aquella persona que ayudaste, la restauración de quien le diste el consejo u oraste por ellos, te da un eterno peso de gloria. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” 1Jn.2:15.

Bendito Dios y Padre celestial, que mi corazón siempre te ame a Ti más que los placeres o las riquezas que este mundo puede ofrecer. Nada de esto es comparado con la paz y el gozo que se siente al servirte a Ti, sirviendo a otros. En el nombre de Jesús, amén. Tu hermano y amigo Daniel Aragón. Feliz día en el Señor.

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