La paz de Dios que
sobrepasa todo entendimiento: “Si persevera (en la oración), es casi
seguro que encontrará mayor serenidad, mayor tolerancia, menos temor y menos
ira… Los problemas y las calamidades empezarán a cobrar el significado de
instrucción, en lugar de destrucción. Se sentirá más libre y más cuerdo. Se
volverá risible la idea de que, por autosugestión, pueda haber estado
hipnotizándose a sí mismo. Tendrá un sentimiento cada vez más intenso del camino
que ha de seguir y de la meta que ha de perseguir. Empezarán a esfumarse sus
tensiones e inquietudes. Es probable que vaya mejorando su salud física.
Empezarán a sucederle cosas maravillosas e inexplicables. Inexplicablemente,
mejorarán las relaciones retorcidas dentro de su ámbito familiar y con el mundo
exterior” Bill Wilson; “El Lenguaje del
Corazón”; pág.241.
La
oración es una herramienta poderosa. Es tan
sencilla, pero a la vez tan importante en nuestras vidas, que nos permite
alcanzar lo más valioso en este mundo: esa paz de Dios que nos llega sin
podernos explicar cómo, pues a pesar de que los problemas nos puedan estar
circundándonos, no nos producen ansiedad, depresión o zozobra. Cuando a través
de ella fortalecemos nuestra relación con Dios, al exponerle los motivos que
nos afectan y le damos gracias en todo, no sólo cambia nuestra situación
circunstancial, sino todo lo demás. “Por
nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios
en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.” Fil.4:6-7.
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